La actividad física vigorosa es al menos 8 veces más eficaz para la prevención de enfermedades cardiovasculares que las de menor intensidad si se compara minuto a minuto, según datos recientes. ¿Por qué? Las mayores intensidades de actividad estimulan de forma más potente el estrés cortante, la fricción del flujo sanguíneo sobre el revestimiento de las paredes vasculares conocida como endotelio. Esto es un estímulo para que el endotelio libere óxido nítrico y otras sustancias vasodilatadoras que mejoran la función endotelial y la flexibilidad arterial, adaptaciones importantes para reducir el riesgo de aterosclerosis. Las intensidades de ejercicio más bajas no replican el patrón ni la magnitud de las elevaciones de esfuerzo cortante de la actividad de alta intensidad. Por eso decenas de estudios muestran que el ejercicio de alta intensidad es superior para mejorar la función endotelial, reducir la rigidez de las arterias y, en última instancia, disminuir el riesgo de eventos cardiovasculares adversos mayores.