La aptitud predice mejor el riesgo de mortalidad que el consumo de alcohol. En este estudio, consumir alcohol o aumentar la ingesta durante 10 años se asoció con un aumento del 20–25% en la mortalidad por todas las causas (frente a la abstinencia). Pero estar fuera de forma aumentaba el riesgo de mortalidad en un 65%, ¡incluso entre quienes no bebían! La forma física también protegía contra el consumo de alcohol: las personas en forma que consumían alcohol tenían el mismo riesgo de mortalidad que las personas en forma que se abstenían.