He tenido suerte... nunca he tenido una lesión importante. Un hombro dislocado por el baloncesto, algunos esguinces, un par de dedos meñiques rotos en la escuela secundaria. Nada grave. Hasta este verano. Dolores agudos y repentinos en mi otro hombro. Le pregunté a mi madre (la enfermera). Ella dijo: “Sigue adelante.” Lo intenté. No funcionó. La semana pasada fui a un ortopedista: hombro congelado. Me dieron un plan de fisioterapia. Al principio, se sentía como un paso atrás. Haciendo estiramientos pequeños y cuidadosos cuando solo quería volver a la normalidad. Pero una semana después? Ya mejor. Me recordó: a veces el avance no es fuerza de voluntad: es un plan. Unos meses de pequeños pasos guiados pueden desbloquear lo que forzarlo nunca logrará. Aplica a los hombros. Y a las startups. Y a escribir libros.