Este es uno para mis compañeros católicos: En las últimas décadas, muchas parroquias católicas modernistas han cambiado hacia la música contemporánea en la Misa, utilizando a menudo guitarras, tambores y canciones que se asemejan estrechamente a la música pop. Si bien este cambio puede haber sido destinado a hacer que la adoración sea más accesible y atractiva, también ha resultado en una pérdida significativa de la solemnidad, reverencia y trascendencia que una vez caracterizó la liturgia católica. La tradición musical de la Iglesia, el canto gregoriano, la polifonía y las obras corales sagradas, no eran meramente una preferencia artística, sino una expresión deliberada de adoración orientada hacia lo divino. Estas formas elevan el alma, levantan la mente hacia Dios y encarnan la belleza atemporal de la fe católica. Es especialmente importante que los niños escuchen estas canciones mientras crecen. Cuando la Misa es acompañada por música de estilo pop, el enfoque puede cambiar fácilmente de adorar a Dios a ser entretenido. Las guitarras y las canciones modernas pueden evocar una atmósfera casual que refleja un concierto o una reunión social en lugar del sagrado sacrificio de la Eucaristía. En contraste, el canto y la música coral sagrada crean una atmósfera de asombro, misterio y oración, recordando a los fieles que están entrando en algo mucho más grande que ellos mismos. El Papa Benedicto XVI a menudo enfatizaba que la música sagrada debe ser distinta de la música cotidiana, apuntando hacia el cielo en lugar de hacia la cultura del mundo. Esta es también la razón por la que te vistes bien cuando asistes a la iglesia con tu 'mejor atuendo del domingo'. Un regreso al coro y a la música católica tradicional se trata de reclamar la profundidad y la universalidad del patrimonio de la Iglesia. La música moldea la forma en que oramos, y la oración moldea la forma en que creemos. Cuando la Misa está vestida con música que ha sido santificada por siglos de devoción, conecta a los adoradores con generaciones pasadas y los ancla en la tradición inquebrantable de la Iglesia. Restaurar esta música sagrada reviviría un sentido de reverencia y misterio que a menudo se pierde en las parroquias hoy en día, permitiendo a los fieles experimentar una vez más la Misa como el cielo tocando la tierra.
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