Todavía vivía en San Francisco cuando nos enteramos de que esperábamos a nuestro primer hijo. Fue durante el Covid y estábamos muy contentos. Llegué al médico para mi primera cita y me encontré de inmediato con la lista de cosas que necesitaba hacer para asegurar un embarazo saludable, incluyendo la prueba de portador genético, algo en lo que no había pensado. El médico recomendó que hiciéramos pruebas mi esposo y yo para ver si portábamos genes de varios trastornos genéticos para permitir una "toma de decisiones informada". Estaba bastante confundida sobre por qué era necesario, dado que ya estaba embarazada, que debí preguntarle tres o cuatro veces antes de darme cuenta de lo que mi médico estaba insinuando. Era una anomalía en su práctica: casi todos los que veía querían estas pruebas adicionales y datos (me dijo) para poder tomar "decisiones informadas". Se sorprendió genuinamente cuando le dije que no lo haría, y se aseguró de que entendiera los riesgos que conlleva "optar por no hacerlo". Todo esto es para decir que, eventualmente, lo marginal se convierte en una elección que se convierte en la norma, algo que se espera que hagas porque es responsable e informado y es lo que todos los demás a tu alrededor están haciendo. Se necesita ser una persona bastante desagradable para sentirse bien con "optar por no hacerlo" o "elegir no hacerlo" —para responder las preguntas muy difíciles y emocionales planteadas en la publicación original. De todos modos, actualmente estamos arriesgándolo con nuestro tercero, después de arriesgarnos con los primeros dos. No hay absolutamente nada de malo en optar por no hacerlo o "elegir no hacerlo".