Las campanas de alarma por la estanflación están sonando. Con el crecimiento desacelerándose, la inflación en aumento y la creación de empleo cerca de un estancamiento, está claro que políticas como los aranceles inestables y la incertidumbre fabricada están haciendo su efecto. Pero a diferencia de la crisis del petróleo de los años 70, este daño es casi completamente autoinfligido. En lugar de intentar imponer un arancel a un sueño nostálgico para hacerlo realidad, deberíamos estar invirtiendo en el futuro.
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