¿No es un poco extraño que los hábitos sean imposibles de rastrear de forma predeterminada en el software moderno? Si caminas por la misma ruta a través de la hierba en el desierto, con el tiempo se convierte en un camino. Pero el software no hace eso, y tal vez eso sea una pérdida para el usuario. Claro, las aplicaciones tienen memoria: una barra de búsqueda recuerda consultas recientes, un menú de archivo muestra lo que abrió por última vez, etc., pero eso es solo una lista. Lo que falta son los rastros vividos: los flujos, los gestos, los caminos desgastados que mostrarían cómo nos movemos realmente a través del software.
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