En comunión con Cristo, nuestra paz y esperanza para el mundo, estamos más cerca que nunca de los jóvenes que sufren los males más graves, causados por otros seres humanos. Estamos con los jóvenes de Gaza, estamos con los jóvenes de Ucrania, con los de todas las tierras ensangrentadas por la guerra. Mis jóvenes hermanos y hermanas, ustedes son el signo de que un mundo diferente es posible: un mundo de fraternidad y amistad, donde los conflictos no se resuelven con las armas sino con el diálogo.
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