Las emociones están a flor de piel en EE. UU. desde el asesinato de Charlie Kirk y la respuesta subsiguiente, incluida la suspensión (ahora levantada) del programa de Jimmy Kimmel por parte de ABC. Las emociones son comprensibles, pero no tenemos que dejar que nos dominen. El asesinato sin sentido de una figura pública y una reacción censora que lo utiliza como pretexto, aunque diferentes en naturaleza, son ambos graves ataques a la libertad. Pero no debemos confundir esa seriedad con inevitabilidad. En cada caso, gran parte de su poder para silenciar depende de crear miedo en otros que quisieran hablar. Eso no va a funcionar. En Substack, seguimos defendiendo una prensa libre y la libertad de expresión, y dando verdadero poder a las voces independientes.