Los argentinos me enseñaron lo más importante sobre Bitcoin. Y es que no les importa una la filosofía. No hay economía austriaca. No hay discursos de soberanía. No hay "arreglar el dinero, arreglar el mundo". Simplemente: "¿Cómo dejo de perder el 10% por mes?" La revolución necesita gente lo suficientemente desesperada como para intentar algo diferente. Buenos Aires me golpeó con más naranja que cualquier papel blanco.
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