Aquí hay una verdad contraria a la intuición: a veces lo mejor que puede hacer por su startup es no aceptar dinero. Cuando Netflix estaba comenzando, estábamos perpetuamente arruinados. Y eso nos obligó a tomar decisiones difíciles. Cada contratación importaba. Cada gasto fue examinado. Cada experimento tenía que tener una hipótesis clara porque no podíamos permitirnos perder tiempo o dinero en un vago pensamiento de "probemos esto y veamos qué pasa". Esas limitaciones nos hicieron mejores. Cuando tienes recursos limitados, no puedes permitirte ser descuidado. Tienes que saber lo que estás construyendo y por qué. Tienes que priorizar sin piedad. Tienes que encontrar soluciones creativas en lugar de tirar dinero a los problemas. En el momento en que tienes un buen colchón en el banco, esa disciplina tiende a evaporarse. De repente, estás contratando porque puedes, no porque debes. Estás publicando anuncios porque hay presupuesto, no porque hayas demostrado que la economía unitaria funciona. Está escalando prematuramente porque los inversores esperan que despliegue el capital. Y antes de que te des cuenta, has gastado medio millón de dólares y en realidad no estás más cerca del ajuste del producto al mercado que antes.